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Tratar de Ser Monedita de Oro

Desde pequeñas, a las mujeres nos enseñan que tenemos que agradar, que tenemos que ser buenas y lindas. Nos dicen que calladitas más bonitas y la sociedad nos instruye para que seamos sumisas, que busquemos el bienestar del otro siempre. Ese otro puede ser tu pareja, familia, hijos, compañeros de trabajo y un larguísimo etcétera.

Al mismo tiempo nos dicen que somos fuertes, que tenemos que poder hacerlo todo, que si queremos tener una carrera profesional o ser emprendedoras primero tenemos que cumplir con lo que nos corresponde; es decir, ser mamás, hijas y esposas. O sea, tenemos que ser y hacer todo, y hacerlo bien. Si expresamos cansancio o exigimos a nuestras parejas apoyo en el hogar y con la familia, nos recriminan. Y si tienes la “mala suerte” de que con quien tuviste hijos no te quisiera, te tildan de mama luchona para burlarse de vos o te dicen “¿quién la manda a meterse con ese?”, como si su irresponsabilidad también fuera tu culpa. Como si esto fuera poco, tienes que estar flaca, saber cocinar perfecto, estar obsesionada con la limpieza, participar en la comunidad o la iglesia, vestirte a la moda, meditar, luchar contra las injusticias mundiales, perdonar cualquier maltrato, velar por todos y todas. Y lo más importante, poner tus necesidades de último y jamás quejarse.

 

Yo no sé en qué momento nos creímos este cuento, el de que tenemos que ser monedita de oro. Ser y poder con todo. Lo cierto es que hace un tiempo me di cuenta que yo, que me considero una afrofeminista militante, estaba tratando de cumplir con todos esos mandatos patriarcales. Yo soy una mujer profesional que trabaja duro para ser exitosa y el mensaje que he recibido desde pequeña es que como mujer y afro debo de trabajar el doble para recibir la mitad del crédito por lo que hago, o sea tengo que hacer todo lo descrito anteriormente, pero con mas empeño, esfuerzo y mejores resultados, porque la sociedad racista y machista en la que vivimos no me va a reconocer mi trabajo fácilmente. Mi esfuerzo por cumplir estos mandatos ha generado la percepción de que todo lo puedo hacer y hacerlo bien, que las cosas se me dan fácil, que puedo apoyar a otros, ser fuerte en todas las circunstancias. De que nunca nada me duele ni me cansa.

 

Así me ven otros y yo he tratado de mantener esa percepción para no decepcionarles. En serio yo quería que pensaran que yo puedo hacerlo todo y ser siempre fuerte. Ser una súper mujer. Resulta que soy una madre soltera, profesional, estudiante, activista afrofeminista, hermana y amiga, y en todos estos roles me he desempeñado con excelencia, he podido soportar la presión, manejarla con aplomo y diplomacia. Bueno, ¡eso me decía yo! Recientemente me he empezado a preguntar si esto es lo que quiero hacer. Si acaso tengo derecho a descansar y decir que no.

He estado tratando de decir que no, porque para ser una súper mujer he tenido que sacrificar mi salud. Resulta que tengo que vivir con presión alta, insomnio y ansiedad. Con la constante duda de que si no hago todas estas cosas ya no voy a servir y entonces nadie me va a querer tener cerca, porque voy a ser un fracaso. Y que difícil coyuntura, porque me he impuesto solo dos opciones: ser exitosa o ser fracasada. Y ese miedo es inmanejable; no se puede vivir así.

 

La verdad es que, con el paso del tiempo, me he dado cuenta de que ya no quiero vivir más bajo los mandatos de una sociedad que me exprime, que quiere sacar todo de mí, dándome poco a cambio. La verdad es que yo quiero poder ser feliz, trabajar en lo que me gusta, pasar tiempo con mi familia y amigos, disfrutar la vida. Yo ya no quiero competir contra esa súper mujer que me dicen que tengo que ser, porque esa súper mujer no existe, es un invento para mantenernos atrapadas.

Tenemos que hacer un pacto con nosotras mismas, ponernos de primero en la lista, entender qué queremos y no dejarnos llevar por lo que otros quieren. Al hacer este ejercicio yo descubrí que no soy monedita de oro y, para mí, ¡eso está bien!

Pamela Cunningham Chacón es la Directoria y Co-fundadora de Costa Rica Afro, grupo afrofeminista costarricense. Ella es Internacionalista, Especialista en Políticas Públicas para la Igualdad en América Latina. Profesional en Comercio Internacional y Recursos Humanos, y conferencista en temas de Derechos Humanos, Diversidad e Inclusión. Como afrofeminista, su activismo se enfoca en el anti-racismo y la búsqueda de la igualdad a través de la incidencia política, la creación de discurso, visibilización y la educación popular.

 

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